No te dejes engañar por sus delicadas ramas y sus dulces frutas, el higo es un árbol extremadamente resistente. Sus fuertes raíces con forma de serpiente pueden incluso hacer agujeros en las tuberías. Si accidentalmente lo has plantado cerca de tu casa, romperá sigilosamente las paredes. Existen razones para utilizar las siguientes frases, como “plantar una higuera en la casa” (lo que significa arruinar a la familia) y “el higo tiene una sombra oscura” (usado para describir a alguien intimidante).
La gente ha estado cultivando higos por más de 10,000 años. Los antiguos egipcios siempre ponían un higo en las canastas que enterraban con los muertos. Los que emprendían un largo viaje dependían de la fuerza que proporcionaban los higos secos. Los atletas y campeones también comieron higos. Los romanos creían que los higos eran un regalo de Baco, el dios del vino y el éxtasis. Alimentaron a los gansos con muchos higos porque creían que hacía que los hígados de ganso fueran más deliciosos. De hecho, en muchos idiomas latinos, la palabra hígado se deriva de la palabra higo (ficatum), como “fegato” en italiano.
El higo toma su nombre botánico, Ficus carica, de la región de Karya en el suroeste de Anatolia. Turquía es, con mucha diferencia, el mayor productor mundial de higos. Además, hay higos para todos los gustos: dulces, agrios, con sabor a miel, con semillas grandes …
No necesitas excusas para comer higos. En caso de que te lo preguntes, se dice que está lleno de vitaminas y minerales, con altos niveles de vitaminas A y B6, y es rico en calcio, potasio y hierro. Dos higos frescos tienen un contenido de calcio igual a un vaso de leche. Como los higos son ricos en fibra, son un alimento de desintoxicación natural y tienen más fibra que las manzanas, los plátanos y las naranjas. Los higos son ricos en antioxidantes, lo que significa que pueden ayudar a combatir los signos del envejecimiento. Sus hojas también son recomendadas para pacientes diabéticos. ¿Qué más se le puede pedir?