Las patatas son un alimento básico en muchos platos que estarían incompletos sin ellas. Ya sea hervidas, asadas, horneadas, cortadas en trozos grandes, en espiral o fritas, las posibilidades de cocción son infinitas. Aun así, muchas veces terminan en la basura.
La primera tarea para asegurarse de que el producto llegue a tu plato es almacenarlo correctamente. Las patatas siempre deben mantenerse en un lugar oscuro y fresco, ya que la exposición a la luz hace que aparezcan brotes. Trata de no guardarlas en el frigorífico, ya que las temperaturas bajas pueden afectar a los almidones, convirtiéndolos en azúcares y modificando su sabor. Si las patatas te llegaron en una bolsa de plástico, lo mejor es sacarlas porque estas bolsas no permiten la transpiración y provocan la aparición de moho. También puedes intentar almacenarlas con aceites esenciales de clavo o de menta: investigaciones demuestran que retrasan el crecimiento de los brotes haciendo que su cocina tenga un aroma delicioso.