Conocido como “courgette” para los británicos y “zucchini” para los americanos, contrariamente a la reputación de la familia de las cucurbitáceas, en la que hay tantas variantes de hortalizas, el calabacín no es una hortaliza sino una fruta.
La familia de las cucurbitáceas cuenta con casi 100 especies y más de 800 variedades. Algunos miembros conocidos de la familia, como los melones, las sandías y los pepinos, suelen comerse crudos. Sin embargo, el calabacín suele servirse más a menudo cocinado.
Los calabacines se pueden cocinar de muchas maneras y casi siempre están disponibles en cada temporada. Por ello, es una opción popular, sana y versátil, que se utiliza a menudo como guarnición de los platos principales. Se adapta a muchas técnicas, como asar a la parrilla, cocinar al vapor, cocer con sal, en las ensaladas rallarlo y utilizarlo en la elaboración de la pasta. Con tantas opciones, el calabacín nos da muchas oportunidades para no desperdiciarlo y disfrutar de su variedad de sabores.
Desde Oriente Medio hasta Creta, en la región del Egeo, los calabacines rellenos se encuentran en muchas cocinas. Los rellenos típicos de la familia del dolma en Oriente Medio incluyen arroz, cebolla, tomate y, a veces, carne.
Suele crecer en climas templados, donde el tiempo no es demasiado frío ni caluroso. Es frecuente encontrarlo durante los meses de verano y está disponible durante todo el año. Puede aparecer en diferentes colores y tamaños según la geografía y el clima. Los calabacines más pequeños son menos amargos, sus semillas son más blandas y su corteza es más fina.